viernes, 10 de agosto de 2007

El papel de la teoría de las ideas en Platón

EL PAPEL DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS EN LA OBRA DE PLATÓN

PRÓLOGO


Cuando los conocimientos eran vagos, locales y alejados uno del otro. El hombre más que alejado de la sabiduría, aún no había llegado a degustarla. Hoy, el conocimiento es amplísimo y se tiene la certeza de que el hombre no alcanza su verdadero y pleno nivel si no es mediante la consecución de éste.

Esta concepción, se la debemos casi en su totalidad a la civilización griega, fundadora del saber y concepción cultural en que se ha asentado desde hace veinte siglos el mundo occidental; pero más concretamente al filósofo por excelencia del pensamiento griego: Platón - creador del primer sistema filosófico homogéneo y estandarte de la antorcha que llevó a la filosofía griega a su máximo esplendor (s. IV ac), y que supuso la base sobre las que se asentaría todo el corpus filosófico occidental.

APROXIMACIÓN HISTÓRICA

La antigua Grecia, poblada por distintos grupos étnicos, estaba formada por diversas ciudades-estado independientes. Los estados vecinos firmaban ocasionales alianzas, como la formada para crear una fuerza defensiva común bajo el liderazgo de Esparta, durante la invasión persa de Grecia en el año 480 ac

Las ciudades-estado también lucharon entre sí, como fue el caso de la guerra del Peloponeso desde el 431 ac hasta el 404 ac entre Esparta y Atenas. Como nuestro s. XVIII en relación con el XVII, es el siglo de la prosa y la filosofía. Algunos historiadores no dudan en definirlo como "la época de las luces" (Aufklärung), y es que el s. IV ac refleja la brillantez, la cumbre de la civilización griega, y de sus polis por antonomasia: Atenas, para Pericles la escuela de la Hélade. Es el Siglo de Oro de la filosofía antigua y, en cierto modo el de la filosofía de todos los tiempos, encuadramos las tres grandes figuras del pensamiento clásico: Sócrates, Platón y Aristóteles, relacionados entre sí por una sucesión de magisterio, ejerciendo la más dilatada influencia del pensamiento filosófico en toda su historia. En este siglo -también- no hay que olvidar como referente, la tradición dejada un siglo anterior el gobierno de Pericles -brevemente mencionado- en el que se dio amplia acogida a las artes y filosofía; consecuencia que derivaría en el siglo que nos ocupa y que fue testigo del surgimiento de la educación y cultura (Padeia), el poder de la elocuencia política, y el poder de la elocuencia teórica en la sociedad.

En estos ámbitos, las escuelas de los Sofistas y Sócrates, fueron las formadoras de los mejores oradores del siglo, que dieron la gloria a la magistral prosa jónica. Entre otros: Lisias, Esquines, Licurgo y Demóstenes, en la parte político-judicial; Jenofonte e Isócrates sobre todo ("la palabra conveniente es el signo del pensamiento justo"), en la parte más cultural y literaria. Pero, esta brillantez de oratoria no fue debida únicamente a la formación cultural, sino que fue el recurso para atacar y defender el rastro densamente apreciable que había dejado la Guerra del Peloponeso, el acontecimiento del s. V ac que mayor huella dejó en las suelas del s. IV ac La Guerra del Peloponeso había supuesto un duro golpe a la democracia: la aspereza de la lucha, la traición latente de las "hectairias" oligárquicas y el fanatismo de los jefes demócratas, habían irritado las pasiones y revelado las críticas. Y es que la democracia del s. IV ac naufragó en la demagogia. La política se expresaba por medio de expertos oradores, que intentaban hacer prevalecer sus ideas sin establecer un régimen de partidos: el individualismo y las querellas personales constituían el pan de cada día. Esta tendencia y a su vez el sistema que las permitía fue el enemigo a batir de los grandes autores atenienses (ciudad excesivamente poblada, compleja y clasista) que utilizaron los defectos de la democracia como punto de partida de su filosofía.

Este es el caso de Platón, que por haber vivido en tan particulares coordenadas históricas, preconizó la profesionalización de la política y la necesidad de ésta de asentarse en unos principios de carácter universal y objetivos, y que darían forma a su inalcanzable monumento filosófico.

VIDA Y OBRA

El filósofo nació el 427 ac en el lecho de una familia noble ateniense. Aristoclés, apodado desde pequeño bajo el sobrenombre de Platón (en griego ancho, debido a su amplitud de espaldas), se dedicó en un principio a la poesía; dedicación reflejada con posterioridad en su obra filosófica (diálogos, y mitos fundamentalmente). Su primer contacto con la filosofía tuvo lugar a través del sofista Crátilo, a quien abandonó a la edad de veinte años (al tiempo que su dedicación a la literatura) para integrarse al magisterio de Sócrates. Tras la condena a muerte de éste (399 ac), Platón se dirigiría a Megara donde conoció a Euclides, con que iniciaría un recorrido de largos viajes por Grecia y las colonias de la Magna Grecia y Egipto. En estos viajes participó en la Guerra de Corinto, conoció las teorías de los pitagóricos e intentó inculcar -sin éxito- al rey siciliano Dioniso I su concepción del Estado. Repudiado por éste, sería capturado y vendido como esclavo en Egina, donde lo compra Aniceris para así liberarlo. En el 387 ac se estableció de nuevo en Atenas y funda su escuela filosófica, la tan admirada "Academia". Con posterioridad realiza dos viajes a Siracusa donde ejerció de consejero político (sin mucho éxito) del tirano Dionisio, el joven a quien intentó convencer de que realizara su proyecto político.

Finalmente, muere en el 347 ac, según la tradición fue enterrado en los jardines de la "Academia". Después de que fracasase con el proyecto político del Estado filosófico que rechazaría Dionisio, el joven, se retiró de la vida pública para dedicarse exclusivamente a la actividad docente y a la redacción de sus obras. La obra de Platón exuda una extraordinaria sensibilidad estética, influjo de aquel espíritu poético que acuñó en sus comienzos. Su obra constituye el primer monumento sistematizado de la antigua filosofía griega. El filósofo supo decorar su pensamiento con la belleza del mito, diálogos, apologías, cartas; géneros inhabituales en su campo, pero expresivos en la forma y en el contenido, de aquí su afán por trabajarlos.

Su obra, a pesar de ser extensa y variable, debe analizarse en su conjunto. Todas sus doctrinas y teorías estaban encaminadas a un propósito fundamental: hacer posible un conocimiento de las verdades esenciales que determinaran (para ello soluciona la desgarradura que en la concepción del universo dejaron Heráclito y Parménides) la realidad y, de esta forma estableciera o asentaran mediante ellas los principios éticos, un nuevo orden social (político) y epistemológico. En definitiva, por tanto, su obra puede considerarse como un conjunto coherentemente articulado en todo momento por el eje conductor de la Teoría de las Ideas, con la finalidad última y utópica de la creación del gobierno aristocrático (y no demostrado por tanto) de la figura de un filósofo-rey.

ETAPAS PENSAMIENTO DIÁLOGOS DE JUVENTUD (393-389 ac)

En ellos es fiel a los temas y las doctrinas socráticas. Encontramos disputas sobre conceptos éticos, virtud y conocimiento. El narrador y figura principal será Sócrates.

"APOLOGÍA DE SÓCRATES":

Es una defensa de su maestro. Nos presenta el proceso de Sócrates, centrándose en el discurso ante los tribunales que le condenan a muerte.

Único texto con forma estricta de diálogo.

"CRITÓN": Es un diálogo en la cárcel donde Sócrates defiende las leyes y justifica su decisión de no huir de la cárcel.

"LISIS": Sobrenatural.

"EUTIFRÓN": Sobre la Piedad.

" LAQUES": Discute el tema del Valor.

"IÓN": Sobre la Poesía de inspiración divina.

"CARMIDES": Sobre la Templanza.

"PROTÁGORAS": Sobre si la Virtud es enseñable. Se accede a la Razón a través de la Virtud.

DIÁLOGOS DE TRANSICIÓN (388-385 ac):

En ellos comienza a elaborar sus doctrinas originales, predominan los problemas políticos (Sócrates enfrentado con los Sofistas y la crítica de la democracia). Tras su primer viaje a Sicilia aparece claramente la influencia de elementos órfico-pitagóricos, como la idea de la inmortalidad del alma. Primeros esbozos de la Teoría de las Ideas.

"GORGIAS": Crítica de la retórica de los Sofistas y su papel en la decadencia de la democracia ateniense. Debate sobre la Justicia. Incluye un mito sobre la inmortalidad del alma.

"MENÓN": Retoma el tema de la enseñanza de la Virtud y presenta su teoría del conocer como "reminiscencia".

"CRÁTILO": Debate sobre la significación de las palabras, se sirve de la dualidad sofista entre lo que es por naturaleza y lo que es convencional. Presenta algunos elementos de la Tª Ideas.

"HIPPIAS MAYOR": Discute sobre la Belleza. Autenticidad discutida.

"HIPPIAS MENOR": Sobre la Eurística.

"MENEXENO": Es una parodia de las oraciones fúnebres, en concreto la dedicada a Pericles.

DIÁLOGOS DE MADUREZ (385-370 ac): Son los fundamentales pues presenta en ellos una concepción completa de su Teoría de las Ideas. Ofrece una teoría de la polis ideal (la primera utópica). Expone los mitos más importantes.

"EL BANQUETE": Se exponen distintas concepciones del amor, entre ellas el amor platónico.

"FEDÓN": Nos muestra a Sócrates en el momento en que aguarda la muerte y dialoga sobre la inmortalidad del alma, y de la filosofía como actividad que sirve de preparación para la muerte. Mito del Carro Alado.

"LA REPÚBLICA": Presenta su concepción de la polis ideal, la importancia de la Educación, y de la Virtud. · Se presentan todos los temas básicos de su filosofía (y modelo político). Carta Séptima, la parte más esencial.

"FEDRO": Vuelve a tratar los temas del Amor, la Inmortalidad del alma y la Belleza.

DIÁLOGOS CRÍTICOS Y ÉPOCA DE VEJEZ (369-362 ac): Su estilo se vuelve más seco y más difícil, se centra en problemas lógicos vinculados a la Teoría de las Ideas. Aborda cuestiones de Cosmología y de Historia. Adapta parte de la Teoría de la Ideas con aspectos pitagóricos. Al menos dos cartas son auténticas.

"PARMÉNIDES": Es una exposición crítica de los temas que la Teoría de las Ideas deja sin resolver plenamente. Refleja los debates internos de la Academia (Un anciano Parménides derrota a un joven Sócrates).

"TEETETO": Aborda eL problema del conocimiento.

"EL SOFISTA" y "EL POLÍTICO": En ellos, duda de su concepción del filósofo-rey.

"FILEBO": Sobre el Bien y el Placer. Proyecto de historia desde la formación del Cosmos.

"TIMEO": Recoge su concepción cosmológica y la de otros autores.

"CRITIAS": Presenta parte del mito de la Atlántida, y una descripción de la antigua Atenas.

"LAS LEYES": Es su última obra. Aborda cuestiones políticas, sobre la Constitución de una ciudad (ya no ideal), sino la mejor dentro de lo posible. Su visión es ya marcadamente pesimista sobre el Hombre y por ello la ciudad presentará una legislación autoritaria y en muchos aspectos tradicional. Adquiere gran importancia la religión y la censura.

En definitiva, refleja en esta obra (y en sus últimas) sus reiterados fracasos políticos en Siracusa.

EL PAPEL DE LA Tª IDEAS EN LA OBRA DE PLATÓN Para llegar a la comprensión de la filosofía platónica es necesario obtener una concepción completa de su Teoría de las Ideas, trasfondo para estudiar y abarcar todos sus temas, y punto de partida (junto a su preocupación política) del resto de sus teorías. La Teoría de las Ideas es expuesta casi en su totalidad en La República, en la parte de la Carta Séptima, para ello se sirve en diversos momentos de la ayuda del insustituible Mito de la Caverna, recurso el del mito que utilizará con posterioridad para solucionar los problemas lógicos que le plantearían. Antes de adentrarnos en el análisis de la Teoría y el papel que desempeña en su obra filosófica, es preciso analizar lo que Platón entiende por "idea", ya que difiere de la concepción clásica y común. Para nosotros, idea es algo mental, subjetivo: el concepto, que puede atribuirse a varios objetos a los que representa en lo que tienen de común. Para Platón, "idea", es el universal, la esencia pura desprovista de toda individualidad material. Existe en sí, fuera de la mente, con una existencia purísima perfecta, en aquel lugar bienaventurado donde el alma vivió en un tiempo anterior. Si nos apropiamos del carácter pragmático de Platón, podemos imaginar, por ejemplo, una casa que a sido edificada. Sin duda que, por bien que se haya realizado el proyecto, siempre será su realidad más imperfecta que el plano del arquitecto que la ideó. Pero el plano contiene también las imperfecciones de la materia en que se ha plasmado, y será muy inferior a la idea que el arquitecto forjó. Pues bien, la propia idea del arquitecto, que se da en un cerebro material e imperfecto está por encima de toda limitación de la materia. Este lugar bienaventurado, supraceleste es el Mundo Inteligible. Y es que el filósofo distingue entre dos mundos: el mundo inteligible y el mundo sensible. En esta dualidad cosmológica, el sensible recoge la tradición dejada por el jonio Heráclito de Efeso (apodado "el oscuro"). Para justificar la existencia de este mundo, el filósofo se la atribuye al Demiurgo, una divinidad ordenadora y configuradora, que lo construye tomando como modelo las ideas arquetípicas de las originales.

Es el mundo de la realidad visible (fenoménico), de las apariencias, del devenir, es decir que se halla en continuo cambio (mayor síntoma de imperfección), que existe la generación y corrupción (las cosas sensibles fueron, son y serán). Accedemos a su conocimiento a través de percepción sensible ("doxa"), pero los sentidos proporcionan un conocimiento indirecto, relativo de la realidad y no se adentran en la esencia real y eterna de las cosas. Estas imperfeccionas las demuestra mediante dos argumentaciones básicas. En primer lugar expone nociones éticas que todo hombre posee, como el Bien y la Justicia, que no pueden ser recogida por los sentidos; y en segundo lugar lo mismo sucede con los conceptos matemáticos, como el círculo o el cuadrado, pues en este mundo sensible no se dan figuras geométricas puras. Entonces debe existir, un lugar donde se hallen esencias perfectas, inmutables, lejos del alcance de los sentidos: las Ideas. Por tanto, debe de haber otro mundo: el Inteligible.

En este mundo, Platón aplica la concepción del Ser de Parménides y la traspasa a las ideas (aunque éstas son múltiples). Lo mismo ocurre con la idea de Parménides de que los entes "no son", adoptándolo en la noción de las cosas sensibles, que estarán a medio camino entre el "ser" y el "no ser", es decir los entes sensibles serán la mezcla imperfecta de ellos, dando como resultado: el "no ser relativo" (término que el de Elea no permitía), y es que para Platón las cosas sensibles son una copia (mecexis) de las ideas, participan (imitan) de lo más perfecto. El Mundo Inteligible constituye, entonces, la realidad suprema cuyas leyes reproduce de forma imperfecta el Mundo Sensible.

Las Ideas son accesibles al conocimiento únicamente a través de la Inteligencia (Episteme). Son únicas, inmutables, eternas (siempre han existido), inespaciales e inmateriales. Por tanto, no son nada físico ni psíquico, sino la auténtica realidad en sí misma (ejemplo del plano del arquitecto) de las que subsisten las realidades múltiples del Mundo Sensible (ubicado en coordenadas espacio-temporales).Y es que las ideas están por encima de todo tiempo: no tiene sentido preguntar cuándo han comenzado a valer o cuándo cesarán de valer; ni se concibe, tampoco, que pueda ser alterado su valor por una fuerza divina. Por otro lado, las Ideas serán el fundamento de todos los juicios. Y es que en definitiva, las ideas actúan como principio epistemológico y ontológico ("Solo de lo permanente se puede hacer Ciencia"). Las Ideas se encuentran sometidas a una estricta jerarquía. En la cima se halla la Idea del Bien, comparable a los conceptos político-morales de Sócrates, y de la que participan todas las demás. Inmediatamente después encontramos ideas tales como la de Belleza, Justicia, Simetría, y en un plano inferior valores éticos y conceptos matemáticos.

Para Platón había cinco ideas que se pueden combinar con cualquiera: Idea de Ser, Identidad, Diferencia, Reposo y Movimiento. Pero, ¿de qué cosas puede haber ideas?. Esta y otras preguntas le surgen en los Diálogos críticos (Parménides y Sofista). El filósofo había planteado valores abstractos (Belleza, Bien), matemáticos (Semejanza, Pluralidad), naturales (Fuego, Hombre, Caballo), pero no incluía las cosas, los valores "vulgares". Y es que Platón, pocas veces supera las objeciones que le plantean, argumentando -además- vagamente que estas "imperfecciones" provendrían del Mundo Sensible y no del Inteligible, ya que surgirían de la materia. Otra objeción que se le presenta, es la relación entre los distintos seres que constituyen una clase y su arquetipo; es decir, por ejemplo, entre cada hombre y la Idea de Hombre. Éstas y muchas varias entusiasmarán a sus objetores, que vieron como el filósofo se encerró en si mismo, olvidando sus malintencionados objetores y dedicado a su utopía política. La Teoría de las Ideas, supone en la obra filosófica de Platón el sostén argumentativo en el que se asienta todo su pensamiento. Es la guía que aglomera a sus hermanos de sangre y los dirige al camino de la verdad irrefutable. En ella se fundamenta las nociones epistemológicas, ontológicas, éticas y políticas del filósofo ateniense. Distinguimos entre tres papeles o funciones: Función Ética, Política y Epistemológica. Función ética La antropología platónica describe al Hombre, como ya sabemos, como un ser formado por dos elementos: cuerpo y alma ("soma y sema"), cuya unión es puramente accidental. Platón consideró que el alma era anterior al cuerpo, y que antes de quedar prisionera en él había pertenecido al Mundo de las Ideas del que descendió debido a indescifrable "culpa cósmica".

De aquí que el sentimiento fundamental de la vida del Hombre se convierta en la preparación de la salvación del alma, que debería purificarse para regresar a su verdadero mundo. Ésta será la finalidad del alma encarnada en un cuerpo, purificarse de la materia y así retornar a su dedicación más elevada, la contemplación de las Ideas en el M. Inteligible. Para lograr esta purificación, es preciso adquirir y practicar la Virtud. La Virtud, para Platón, será la armonía del alma, un estado de tensión de las diversas partes del alma y una justa proporción entre ellas. Al Ánimo, el valor notable (alma irascible) corresponderá la fortaleza, virtud que lo mantiene vigorosos.

A los Deseos y Pasiones (alma concupiscible) corresponderá la templanza, que debe refrenarlos. Y la Razón (alma racional) que deberá ser guiada por la prudencia, virtud del recto y ponderado juicio, y que permitirá al Hombre mediante el cultivo de la Ciencia y la Filosofía, "recordar" (teoría del conocimiento por reminiscencia), conocer aquello realmente auténtico y verdadero: las Ideas (significándole su plena realización personal). Esta alma superior será inmortal, y la que permitirá que el alma se libere del cuerpo. La armonía de estas partes del alma que rigen el comportamiento, constituye para Platón, la virtud de la Justicia, virtud fundamental por excelencia y la garantía, como ya veremos, del Estado ideal. Función política En Política, supone Platón que la polis o ciudad ideal debe construirse a imagen del Hombre. Y es que las concepciones éticas y políticos del susodicho constituyen una prolongación natural de su Teoría del Alma, pero a la vez, y quizás más importante, son una consecuencia del papel mesiánico y todopoderoso de las Ideas. Según Platón, a cada una de las partes del alma corresponderá un estamento en la sociedad. En primer lugar, parte de un axioma bastante sistemático.

Puesto que el hombre accede por medio de la Razón a las Ideas, y éstas se hallan presididas en su cima por el Bien, el hombre sabio será a su vez necesariamente bueno. Es decir, la contemplación constituye el ideal más alto al que puede aspirar el Ser, y como la sociedad debe constituirse a imagen del Ser, para ello es preciso que la sociedad esté gobernada por alguien que haya descubierto lo más alto, que no pueden ser otros que los filósofos (rey-filósofo), en los que predomina la prudencia (alma racional).

Los otros dos estamentos serán los guerreros, en los que predominará la acción, el valor (alma irascible), que serán los encargados de la lucha y defensa de la ciudad, y por último los productores, donde las pasiones deben ser guiadas por la moderación (alma concupiscible), y que se dedicarán al trabajo del campo, artesanía y mercado.

Únicamente de esta forma habrá equilibrio y armonía entre las clases, y de este modo será posible la Justicia. Además, dentro del Estado, la educación será distinta según las clases, ya que será la garantía de que cada ciudadano cumpla con sus funciones, y tengamos la seguridad de la realización del estado justo. En cierta forma podríamos decir, que Platón se adelantó con este intento de Estado (nunca se llegó a experimentar en la práctica) a la organización estamental de la sociedad medieval, que se construirá de acuerdo a estos cánones, previamente cristianizados. Función epistemológica Por último, y como trasfondo común en la función ética y política, encontramos el papel epistemológico de las Ideas en su conjunto. Como hemos visto las nociones éticas y políticas se basan en que el hombre mejor, superior será aquel que llegue al conocimiento de las Ideas -verdades universales- y el Estado ideal, será aquel que esté gobernado por el hombre u hombres que han llegado a la comprensión de lo más perfecto (son los más sabios), y que por tanto han conocido el Bien.

En los dos casos, la idea es caracterizada como realmente verdadero, único, inmutable. Y es que para el filósofo (influenciado en grandes dosis por Parménides y el pitagorismo), sólo de lo realmente auténtico se puede obtener conocimiento auténtico. Según Platón, el verdadero conocimiento solo puede tratar de realidades fijas, inmutables: las Ideas. Por tanto, actúan como principio epistemológico y ontológico, ya que son la causa de todo cuanto existe y el fundamento de todos los juicios. En definitiva, la ciencia, solo puede tratar de Verdades de carácter universal, es decir, solo de lo permanente se puede hacer Ciencia. En cierta forma esta realidad epistemológica del filósofo surge en respuesta al relativismo sofista; causantes -según él- de la mayoría de los errores de la Filosofía y Ciencia de la época -además de los excesos de la democracia-. CONCLUSIONES De acuerdo con las tres funciones que hemos analizado, la Teoría de las Ideas, supondría el arco de triunfo de tres puertas que llegaría a conmemorar el éxito filosófico (y no práctico) de un utópico -licencia aparte- que al final de su vida inició -tal vez sin proponérselo- uno de los mayores imperios de saber a lo largo de veinticinco siglos. En cada puerta encontraríamos la Filosofía del Hombre: representante de la función ética, la Filosofía de la Naturaleza: representada por la función epistemológica, y en la puerta central: la Filosofía de la Sociedad, representada por la función política. Arco del triunfo -la Teoría de las Ideas- y que unió en una misma piedra, las tres filosofías.

Fuente: ídem. p.p. 175-183.
MESOGRAFÍA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

IN CRE I BLE

Anónimo dijo...

nada de nada