sábado, 11 de agosto de 2007

Racionalismo.

RACIONALISMO

Se ha criticado el idealismo subyacente a los postulados racionalistas, acusándolo de "petrificar" y "falsificar" la realidad en detrimento de "lo vital". Pese a ello, su mérito consistió en liberar e higienizar a la razón de todos los prejuicios heredados.
Si en el lenguaje ordinario se denomina racionalista a aquella persona que rehuye de toda creencia infundada o superstición y que no reconoce más evidencia que la aportada por la sola luz de la razón, en el contexto de la filosofía este término hace relación a una particular corriente filosófica surgida en el siglo XVII de manos de René Descartes <../../autores/descartes/index.html> (La Haye, Francia, 1596-1650) y cuyos máximos exponentes fueron Baruch Spinoza (Amsterdam, 1632-1677) y G. Wilhelm Leibniz <../../autores/leibniz/index.html> (Leipzig, 1646-1716).
Tradicionalmente se suele contraponer el racionalismo a otro movimiento aparecido paralelamente en Inglaterra, el empirismo de Locke, Berkeley <../../autores/berkeley/index.html> y Hume <../../autores/hume/index.html>, aunque ambas corrientes mantienen ciertos rasgos generales propios de la modernidad a la que representan. Rasgos epocales de la filosofía racionalista

Cabría destacar en primer lugar, la primacía otorgada al problema del conocimiento.

Efectivamente, los filósofos modernos se caracterizan por anteponer la gnoseología a toda otra cuestión, gnoseología que posee un carácter genético, es decir, se investiga el origen, la génesis de los procesos de conocimiento, cuyo valor de verdad o falsedad es determinado con posterioridad a su origen.
La segunda característica que comparten las corrientes filosóficas de la modernidad consiste en la asunción de una postura claramente subjetivista. El hombre se encuentra imposibilitado para conocer directamente la realidad, las cosas en sí, tal y como son.

Perdida la ingenuidad de un realismo goseológico, se hace necesario reorientar la pregunta acerca de lo real: ¿Conocemos las cosas tal y como son o son las cosas tal y como las conocemos?. La realidad ha dejado de ser evidente, porque no puede ser conocida más que mediatamente, a partir de nuestras ideas o representaciones mentales, esto es: a partir del propio sujeto cognoscente y no del mundo en sí.
Racionalistas y empiristas tendrán que enfrentarse antes que nada con la cuestión del sujeto como origen de todo conocimiento acerca de lo real y con la cuestión de las posibilidades y límites de tal conocimiento. Lo obvio es el sujeto que conoce, a partir del cual se construye lo real, el mundo "extramental":
Subjetivismo y gnoseología tienen como consecuencia inmediata la importancia otorgada a la investigación sobre el método. Se tiene conciencia de una ruptura con el Renacimiento y la seguridad de que se está haciendo y estrenando un nuevo saber. De la preocupación fundamentalmente filológica de los renacentistas, de su revolución orientada hacia el pasado, se pasa a una revolución que, desde el presente, se ordena hacia el futuro desde una perspectiva optimista de progreso.
El paulatino despegue de las ciencias particulares, favorecido por la independencia gradual de toda investigación respecto a los dogmas de la religión y la tradición hacía necesaria la investigación de un método que desechara todo aquello que no pudiera diferenciarse rigurosamente ni de lo verdadero ni de lo falso. El ámbito de la conjetura, de lo probable no puede mantenerse si lo que se pretende es construir una ciencia cuya característica fundamental sea la certeza, su absoluta indubitabilidad. Por eso, la preocupación por establecer un método seguro y riguroso fue uno de los intereses primordiales de esta época.
Características fundamentales de la filosofía racionalista

1. Plena confianza en la razón humana
Los filósofos racionalistas le otorgan un valor extremo a la razón entendida como la única facultad susceptible de alcanzar la verdad. La oposición típica en la Edad Media entre razón y fe (Revelación) o entre filosofía y religión, es sustituida ahora por la contraposición entre las verdades racionales frente a los engaños o ilusiones de los sentidos. Razón se opone a sensibilidad, experiencia, conocimiento sensoperceptual, no a fe.
2. Existencia de ideas innatas
Siguiendo la tradición abierta por Platón, para el cual el conocimiento verdadero podía ser alcanzado a través del recuerdo, al estar las Ideas de algún modo "presentes" en el alma humana, los racionalistas afirman que la conciencia posee ciertos contenidos o ideas en las que se encuentra asentada la verdad. La mente humana no es un receptáculo vacío, ni una "tabla rasa" como defendieron los empiristas, sino que posee naturalmente un número determinado de ideas innatas o naturalezas simples (como las denomina Descartes) a partir de las cuales se vertebra y fundamenta deductivamente todo el edificio del conocimiento. La característica fundamental de tales ideas es su simplicidad, claridad y distinción, es decir, la evidencia. En Descartes las ideas innatas y en particular la idea de Dios garantizan y son los pilares desde los que reconstruir con plena certeza todos los saberes, desde la física hasta la metafísica. En Leibniz, por ejemplo, las mónadas contienen ("como semillas") una perspectiva parcial de la totalidad del universo, son un microcosmos en el que se refleja el macrocosmos.

1. Adopción de un método de carácter matemático
Todos los racionalistas tomaron como modelo el método utilizado por la matemática y la geometría: Descartes lo desarrolló en su obra Reglas para la dirección del espíritu; Spinoza en el Tratado de la reforma del entendimiento y Leibniz en su De Arte combinatoria, que estaba inspirado en Ramón Llull.
La utilidad del método estriba no sólo en escapar del error, sino que persigue una intención clara: la unificación de las ciencias e incluso la creación de una "Mathesis Universalis" o ciencia cierta de carácter universal que pudiera utilizar un lenguaje simbólico matemático con el que analizar y reducir a lo simple (y cierto) toda proposición compleja de la ciencia.
En las Regulae ad directionem ingenii (Regla IV) define Descartes el método de la siguiente manera:

"Así pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales, el que las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando gradualmente su ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz."
El método es una propedeútica: sana, cura el entendimiento y lo orienta a la conquista de la verdad, reduciendo toda cuestión compleja a elementos simples, claros y distintos (evidentes) que son conocidos mediante una intuición intelectual, despojada de toda sensibilidad e independiente del ámbito de la experiencia (a priori).

2. Metafísica basada en la idea de substancia
La metafísica racionalista desvía la atención del ser (to ón) a la substancia (substantia) y adelgaza la división categorial de Aristóteles a tres únicos fundamentos: substancia, atributos (esencia o naturaleza de la substancia) y modos (cualificaciones, afecciones y variaciones de la substancia).
Por substancia entienden los racionalistas "aquello que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra cosa para existir" (Descartes). Ahora bien, no todos estos filósofos admitieron el mismo número de ellas ni le otorgaron las mismas características.

Descartes afirmó la existencia de tres substancias distintas (res infinita o Dios, res cogitans o pensamiento y res extensa o substancias corpóreas), lo cual le condujo al establecimiento de un acusado dualismo que escindió la realidad en dos ámbitos heterogéneos (lo corporal o material y lo espiritual) irreconciliables entre sí y regidos por leyes absolutamente divergentes (leyes mecánicas para el mundo físico).
Spinoza afirmó la existencia de una única substancia, "Deus sive substancia, sive natura", que le hizo desembocar en una postura panteísta: pensamiento y extensión son atributos de Dios, única substancia existente, por lo que tanto el pensamiento (alma) como las cosas materiales no pueden ser consideradas sino como sus modos, no como entidades independientemente existentes.
Leibniz, sin embargo, adoptó un pluralismo metafísico que afirmaba la existencia de infinitas substancias simples o mónadas caracterizadas por ser inextensas,, simples, impenetrables y dotadas de percepción y apetición. La mónada es una cierta energía, fuerza o entelequia (alma) que sigue el orden inexorable de una armonía preestablecida por Dios.

3. El mecanicismo
Aunque no fue adoptado por todos los racionalistas (Leibniz, por ejemplo), el mecanicismo fue el paradigma científico predilecto para la mayoría de ellos. Según éste, el mundo es concebido como una máquina, despojada de toda finalidad o causalidad que vaya más allá de la pura eficiencia: todo se explica por choques de materia en el espacio (lleno) y no existen fuerzas ocultas o acciones "a distancia". El mundo es como un gigante mecanismo cuantitativamente analizable.

fuente: http://www.cibernous.com/glosario/alaz/racionalismo.html

El Racionalismo: Descartes

· ¿Cómo era la Nueva Época Moderna y cuál fue la critica fundamental al pensamiento medieval?

El primer período de los tiempos modernos, el Renacimiento fue una época de critica a la Edad Media. El renacimiento indica el momento en que el hombre occidental se ha desembarazado de la confianza en las creencias fundamentales sobre las que había vivido en el mundo medieval. Para señalar un único aspecto de la cuestión, basta indicar que lo característico de la concepción medieval del mundo residía en su constante referencia al más allá, en su interés dominante por la salva1ción del hombre, lo cual lleva consigo un cierto desprecio hacia el mundo terreno; se trata de una concepción religiosa del mundo y de la vida, centrada o dirigida hacia la divinidad (teocentrismo). El Renacimiento, en cambio, vuelve la mirada hacia este mundo, hacia la naturaleza (naturalismo). Por oposición al carácter religioso de la época anterior, la del Renacimiento es una concpeción1 del mundo esencialmente profana.

En lo que se refiere a la actividad filosófica el Renacimiento es esencialmente época de fracasos. La época tiene clara conciencia de que los contenidos y modos del saber medieval son insuficientes, los critica y rechaza, pero por si cuenta no es capaz de inaugurar nuevos caminos, es época de transición, especie de preparación de lo que luego avendrá en el siglo XVII.

· ¿Qué se le criticaba al método medieval?

El Renacimiento, y luego el S.XII, sintieron el problema como una cuestión concerniente al método de la filosofía y de la ciencia. Por ello su crítica al saber medieval la centra en éste tema: El método de conocimiento de la Edad Media –sobre todo, tal como los hombres modernos l ven, a través de las formas más decadentes de la escolástica- es un método inútil, ineficaz que impide cualquier progreso científico.

Puede decirse que el modo de proceder escolástico se caracterizaba por el criterio de autoridad, el verbalismo y la silogística.

El pensamiento medieval reconocía como valedero y decisivo el llamado criterio de autoridad, es decir, se admitía que lo dicho por ciertas autoridades –la Biblia, la Iglesia, Aristóteles- era verdad por el sólo hecho de que tales autoridades lo afirmasen. Un ejemplo: Copérnico publicó un libro en el que formulaba la tesis de que la tierra giraba alrededor del sol (heliocentrismo) se le objeto que la teoría era falsa porque en la Biblia está dicho que Josue mandó a detener el sol; y si lo mando a detener, quiere decir que es el sol el que se mueve y no la tierra.

Al calificar de verbalista al método escolástico, quiere decirse que frecuentemente se enredaba en meras discusiones de palabra, en ves de ir a las cosas mismas, o que con solo vocablos o distinciones verbales pretendía resolver problema que, o eran falsos problemas carentes de importancia, o en realidad sólo pueden solucionarse mediante la observación o cualquier otro procedimiento objetivo. Ej: decir que el opio hace dormir porque posee la virtud dormitiva, no hace más que afirmar que el opio hace dormir porque hace dormir. No se ha enunciado en rigor absolutamente nada más, el conocimiento no ha aumentado ni avanzado, sino que lo único que se ha hecho es introducir nuevas palabras o expresiones, pero de idéntico significado.

La ciencia y la filosofía escolástica se valieron en gran medida de los silogismos:

Todos los hombres son mortales

Sócrates es hombre

Luego Sócrates es mortal.

Lo que se objeta al silogismo es que con el en realidad no se amplía el saber de ninguna manera, porque lo que dice la conclusión ya está dicho y sabido, aunque sea de manera implícita, en el punto de partida, en l premisa mayor. ; pues al afirmar "todos los hombres son mortales", es obvio que entre ellos figura ya Sócrates, de modo que la conclusión no hace más que explicitar o aclarar lo que decía la premisa mayor.

El silogismo no permite determinar la verdad de los conocimientos: puede tener valor como método de exposición, es decir, para presentar ordenadamente verdades ya sabidas, y en tal sentido tenía su legitimidad para la Edad Media en cuanto que para ésta las verdades ya estaban dadas. Pero no puede servir como fuente para obtener nuevos conocimientos, que es lo que los tiempos modernos exigen; no es un método para el descubrimiento de nuevas verdades.

· ¿En que consiste el radicalismo cartesiano?

La palabra "radicalismo" mienta "raíces", es decir, la tendencia de que se orienta hacia las verdaderas y profundas "raíces" de algo, hacia los fundamentos últimos. La filosofía cartesiana se ofrece ante todo como el más tenaz y sostenido esfuerzo, en cualquier dominio de que se trate, por alcanzar el último fondo, los principios postreros de las cosas.

Descartes no puede soportar lo dudoso, lo simplemente verosímil. El conocimiento, o ha de ser absolutamente seguro, o ha de ser abandonado como teóricamente insuficiente. Se propone dar termino definitivamente a tal estado de las cosas y fundar un saber sobre las bases cuya firmeza esté más allá de toda sospecha. Su pensamiento así se caracteriza como filosofía de la desconfianza, dada por la posición que asume frente a todo aquel esfuerzo secular de la filosofía que parece no haber hecho otra cosa más que fracasar.

· ¿Qué es la duda metódica?

El pasado encierra una enseñanza: la de que debemos cuidarnos de no caer en el error, la de que debemos también ser críticos respecto de nosotros mismos, y no sólo del pasado.

De éste modo, el radicalismo cartesiano se manifiesta ante todo como preocupación por evitar el error. Más ello no le lleva a la construcción de una mera teoría del error, sino a algo mucho más fundamental: la duda metódica.

La duda metódica no significa dudar simplemente, se trata de hacer de la duda un método, convertir la duda en el método. Para evitar los errores, o, en términos más generales, las incertidumbres en que hasta ahora se ha incurrido, el radicalismo quiere alcanzar u saber absolutamente cierto, cuya verdad sea tan firme que esté más allá de toda posible duda. Sólo de dará por válido lo que sea absolutamente cierto y no se aceptará lo dudoso, lo sospechoso de error.

· ¿Qué otros dos caracteres presenta la duda? ¿Cómo los explicaría?

El método cartesiano consiste entonces, inicialmente, en emplear la duda para ver si hay algo capaz de resistirla. –aún a la duda más exagerada- y que sea entonces absolutamente cierto. La duda es, pues, metódica, es decir que se la emplea como instrumento o camino para llegar a la veredad, y no para quedarse en ella, a la manera de los escepticos. Es, en seguno lugar, universal, porque habrá de aplicarse a todo sin excepción, porque nada deberá excluirse de ella, hasat no llegar al cao en de que resulte imposible la duda. Y en tercer lugar la duda es, por lo mismo hiperbólica, si así puede decirse, prque será llevada hasta último extremo, hasta su última exageración, forzada al máximo posible.

· ¿Qué crítica le hace Descartes al saber sensible? (2 argumentaciones)
Acerca del conocimiento sensible, Descartes apunta dos argumentos para probar que debe ser puesto en duda: el primero se funda en las ilusiones de los sentidos; el segundo en los sueños.

Los sentidos a vecs yerran, y es propio de la prudencia no confiar jamás demasiado en aquellos que nos engañaron alguna vez. Por lo tanto las "cosas sensibles" resultan dudosas, no podemos saber si los sentidos no engañan igual en todos los casos; por lo menos no es seguro que no nos engañen, y , en consecuencia, según el plan que el método ha impuesto, de dar por falso todo lo dudoso, se deberá desechar el saber que los sentido proporcionan..

Sin embargo hay muchas cosas de las que no puede razonablemente dudarse, como de que estoy acá sentada estudiando en el living de mi casa, teniendo este papel en la mano, y otras cosas por el estilo. Pero sucede que alguna vez, en mis sueños, me he imaginado estar como ahora despierto y escribiendo cuando en realidad estaba dormido y acostado. En efecto, no tenemos ningún indicio cierto que nos permita establecer cuando estamos despiertos y cuando dormidos: no hay posibilidad alguna de distinguir con absoluta seguridad el sueño de la vigilia.
De éstos dos argumentos resulta entonces que todo conocimiento sensible es dudoso.

· ¿Qué crítica le hace Descartes al conocimiento racional? (dos argumentaciones)

Con respecto al conocimiento racional, Descartes enuncia también dos argumentos:

Puesto que hay hombres que yerran al razonar y cometen paralogismos, es decir, razonamientos incorrectos, juzgue que yo estaba tan expuesto al error como cualquier otro y rechacé por falsas todas las razones qe anteriormente había tenido como demostrativas. En la matemática, la mas "racional" de las ciencias, al parecer, hay sin embargo la posibilidad de equivocarse; aún respecto de una operación relativamente sencilla, como una suma, cabe la posibilidad de error. Por lo tanto, cabe también la posibilidad, por más remota que ésta sea, de que todo s los argumentos racionales sean falaces, de que todo conocimiento racional sea falso.

El argumento anterior, sin embargo, no es todavía suficiente, porque aún adjudicándole validez, atañe propiamente a los "razonamientos", vale decir, a los "proceso", por así decir, relativamente complejos, de nuestro pensamiento; se refiere a los procesos discursivos. Pero los razonamientos o procesos discursivos se apoyan en ciertos "principios", como por ejemplo que todo objeto es idéntico a si mismo, o que el todo es mayor que las partes. Ahora bien. Estos principios mismos del conocimiento racional, no son conocidos de manera discursiva, sino de modo inmediato por simple incurrir del espíritu. Siendo esto así, ¿podrá dudarse también de estos principios? Es evidente que el argumento anterior no puede aplicarse también a este caso. Por lo cual Descartes entonces propone un segundo argumento, el del "genio maligno".

Supondré que cierto genio o espíritu maligno, no menos astuto y burlador que poderoso, ha puesto su industria toda en engañarme.

Puede efectivamente imaginarse que exista un genio o especie de dios, muy poderoso a la vez que perverso, que nos haya hecho de horma tal que siempre nos equivoquemos; que haya construído de tal manera el espíritu humano que siempre, por más seguros que estemos de dar en la verdad, caigamos sin embargo en el error; o que este por así decir detrás de cada uno de nuestros actos y pensamientos para retorcerlos deliberadamente y sumirnos en el error, haciéndonos creer, por ejemplo, que 1+1=2, siendo ellos falso.

Es justamente a este argumento al que se refería cuando habló de hiperbolismo de la duda cartesiana. Y este argumento hay que entenderlo rectamente, en su verdadero sentido. Descartes no dice que haya efectivamente tal genio maligno.

Pero lo que importa notar es que por ahora no tenemos ninguna razón para suponer que no lo haya; es, por consiguiente, una posibilidad, por mas remota y descabellada que parezca ser. Y, puesto que la duda debe llevársela hasta su punto limite si lo tiene; si incluso hay que forzarla, si en verdad se quiere llegar a un conocimiento absolutamente ineludible, resulta entonces que la hipótesis del genio maligno debe ser tomada en cuenta, justamente porque representa el punto máximo de la duda, el último extremo a que la duda puede llegar.

Sucede entonces que también el saber racional se vuelve dudoso.

· ¿Qué sucede cuando la duda llega al extremo? ¿Por qué él cogito es el primer principio de su filosofía?

En el preciso momento en que la duda llega al extremo, se convierte en su opuesto, en conocimiento absolutamente cierto: "queriendo yo pensar, de esa suerte, que todo es falso, era necesario que yo que lo pensaba, fuese alguna cosa; y observando que esta verdad: "yo pienso, luego soy", era tan ftrme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escepticos no son capaces de conmoverla, juzgue que podía recibirla si crepúsculo, como el primer principio de la filosofía que andaba buscando".

En efecto, aunque suponga que el genio maligno existe y ejerce su maléfico maleficio sobre mí, yo mismo tengo que existir o ser, porque de otro modo no podría ser engañado. 2Y po mucho que me engañe, nunca conseguirá hacer que o sea nada, mientras yo esté pensando que soy algo"- El cogito constituye el primer principio de la filosofía ya que es el primer conocimiento seguro, el fundamento de cualquier otra verdad y el punto de partida para construir el edificio de la filosofía y del saber general; y además porque me pone en presencia del primer ente indudablemente existente, que soy yo mismo en tanto pienso.

· ¿Cómo llega a la idea de que él es una sustancia pensante?

Podemos dudar de todo, menos de que en tanto pienso, soy. Según Descartes, entonces, yo soy una substancia pensante, cale decir, una cosa cuya propiedad fundamental, esencial, definitoria, consiste en pensar. Además este yo o cosa pensante, o alma, es independiente del cuerpo, y más fácil de conocer que éste, pues en efecto, no se si tengo cuerpo o no, pero en cambio de mi alma o yo (cogito) es absolutamente indubitable.

· ¿Qué son las ideas innatas?

Entre los pensamientos hay algunos que tienen singular importancia, y que Descartes llama "ideas": que son imágenes de las cosas, representaciones.

Las ideas se subdividen en innatas, adventicias, y facticias. Las adventicias son aquellas que parecen venirnos del exterior, mediante los sentidos, como las ideas de rojo, amargo.

Las facticias son las que nosotros mismos elaboramos mediante la imaginación, como la idea del centauro o de la quimera. Por último, las ideas innatas sn aquellas que el alma trae consigo, como constituyendo su patrimonio original, con tal independencia de la experiencia. De éstas unas representan cosas o propiedades de las cosas (dios, mayor, menor, círculo, alma) y las otras las llama Descartes Axiomas o verdades externas, y son proposiciones como "el todo es mayor que las partes", "nada puede ser y no ser al mismo tiempo", etc. Con las ideas innatas trabaja propiamente la razón, tal como ocurre, por ejemplo, es el conocimiento matemático; y de ellas sostiene Descartes que, si nos atenemos rigurosamente a las reglas del método, ya establecidas, nos proporcionaran siempre un conocimiento evidente, absolutamente seguro.

Sin embargo, surge una dificultad. Porque si bien es cierto que el genio maligno puede burlarnos acerca del cogito, puede en cambio muy bien engañarnos acerca de cualquier otro conocimiento por más claro que parezca; en otras palabras puede que el genio maligno nos haya hecho deliberadamente con una razón torcida, deforme, incapaz de conocer nada. Hay que buscar, para no quedarnos detenidos en este punto, eliminar por completo la hipotesis del maligno. Esto lo va a lograr mediante la demostración de la existencia de Dios.

· Para demostrar que la sustancia extensa es real tiene que probar la idea de Dios ¿ A qué argumentos recurre para ello?

Hay tres pruebas mediante las cuales Descartes prueba la existencia de Dios. Las tres parten del mismo punto la idea de Dios, es decir, la idea de un ser perfecto, independientemente de que crea o no:

esa idea de Dios que yo tengo ha de haber sido producida por algo o alguien, necesita una causa, porque de la nada, nada sale. Esa causa, además no puedo serla yo, porque yo soy imperfecto (la prueba está en que dudo), e imperfecto no puede ser causa de lo perfceto, ya que en tal caso habría falta de proporción entre la causa y el efecto, y el efceto no puede ser nunca mayor que la causa. Es preciso entonces que esa idea me la haya puesto alguien más perfecto que yo, a saber, Dios, por lo tanto Dios existe.

A esta segunda prueba Kant le dio el nombre e argumento ontológico. Tengo la idea de un ente perfecto. Ahora bien, siendo este ente perfecto, no le puede faltar nada, porque si le faltase algo sería imperfecto; por tanto, tiene que existir, porque si no existiese le faltaría existencia, sería inexistente, y es evidente que esto sería una imperfección.

Ahora bien, Dios que es una sustancia pensante infinita, y que es perfecto, no puede ser engañador, sino veraz.; si nos ha hecho, pues con nuestra razón, y las ideas innatas, esto quiere decir que ésta razón y éstas ideas son instrumentos válidos para el conocimiento.

De manera que la veracidad de Dios es la garantía y fundamento de la verdad del conocimiento evidente, claro y distinto. Y si nos equivocamos no ha de ser culpa de Dios, que nos ha hecho tan perfectos como pueden serlo los seres finitos, sino por nuestra propia culpa que nos apresuramos a juzgar antes de haber llegado al conocimiento claro y distinto o nos dejamos llevar por los prejuicios.

· ¿Qué es la sustancia extensa?

Encuentro en mí la facultad de cambiar de lugar, de colocarme en diversas posiciones. El movimiento supone algo que se mueve, y sólo es concebible si hay una sustancia espacial a la cual se halle unido. Por ende, los movimientos deben pertenecer a la substancia corpórea o extensa (res extensa), y no a una sustancia inteligente, puesto que en su concepto claro y distinto hay contenida cierta suerte de extensión, más no de inteligencia. (la sustancia pensante no necesita para ser espacio alguno sino que es puro pensamiento o actividad psíquica sin extensión).

Por otra parte es imposible dudar de que tengo sensaciones, de que tengo la facultad de recibir ideas de cosas sensibles, dicho en otras palabras, dentro de mis ideas encuentra ideas adventicias (de calor, sabor, dureza calor, etc). La cuestión consiste en sabe si son puras ideas, o si corresponden a algo realmente existente.

Esas iudeas han de tener una causa. Esa causa no puedo ser yo, desde el momento en que aquella receptividad no presupone mi pensamiento: yo no soy consciente de producirlas, sino que las recibo pasivamente incluso contra mi voluntad, como impuestas de afuera. Por lo tanto deberán ser efecto de una sustancia diferente a mi.

Siento además en mí fuerte inclinación a creer que las ideas adventicias "parten de las cosas corporles". Es decir, a considerar que los cuerpos son sus causas. Ésta inclinación inclinación natural ha sido puesta en mí por Dios. Y como Éste no es engañador, sino veraz. Hay que concluir que existen cosas corporales.

De este modo encontramos una nueva substancia junto a la pensante: la res extensa, que así se llama porque su carácter esencial es la extensión, el ocupar lugar. La extensión (que es el único aspecto del mundo exterior que se me ofrece con claridad y distinción) equivale a la corporeidad, a la materia, de modo que para descartes coinciden materia y extensión (no hay para el espacio vacío).

Fuente: ídem. p. p. 273-282.
MESOGRAFÍA

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